Este emprendimiento inició como pasatiempo de fin de semana, para luego convertirse en un proyecto de incursión en el campo de la pastelería. En ese sentido, Candy Cane buscaba expandirse a líneas de distribución para comercios minoristas, catering y repostería infantil.
Por lo cual se consideraron estos factores como puntos clave para el branding de la marca.
En nuestro proceso de diseño se establecieron líneas guías para la construcción del branding mediante asesorías que facilitaran comprender rumbos y alcances a corto, mediano y largo plazo.
Iniciamos con la exploración del naming de la marca, de esa manera consultamos nombres de distintas flores dada la sutileza de su naturaleza, y determinamos que la opción mas idónea era la flor exótica Candy cane.
Seguimos explorando las asociaciones y analogías del término y empleamos el mimetismo de la palabra candy (de término anglosajón) otorgándole un carácter delicado y suave al conceptualizar los elementos visuales como tipografías y composición gráfica.
Empleamos una paleta de colores en tonos rosas, pasteles y dorados, los cuáles, más allá de considerarse un cliché para el rubro, fueron escogidos por su delicadeza, persuasión y recuerdo vintage.